Dom. Dic 22nd, 2024

Si bien los agricultores lograron reducir el uso de los insecticidas, desde el sector se nota un incremento en el uso de los productos contra las malas hierbas. Se trata de una consecuencia directa de los transgénicos.

Un estudio en Estados Unidos demostró que el uso de los transgénicos de maíz y soja permitió dejar de lado en gran proporción a los productos insecticidas, se nota un fuerte incremento en el uso de herbicidas.

El territorio estadounidense representa el mayor mercado del mundo en este tipo de cultivos, por lo que se nota un nuevo capítulo en el debate sobre qué tan bueno es la adopción de los transgénicos.

Pasan los años y la agricultura aún presenta la polémica de los efectos negativos y positivos de los organismos genéticamente modificados. Una polémica que todavía no tiene conclusión científica.

En detalle, el análisis indica que los vegetales que tienen los genes modificados para resistir a las plagas de insectos hacen posible que los agricultores usen menos cantidad de insecticidas. Sin embargo, esta situación obliga a incrementar el consumo total de herbicidas.

Se trata específicamente de las variedades que fueron cambiadas para ser resistentes al glifosato, por ejemplo. Las malas hierbas se caracterizan por sobre las demás.

Cabe destacar que el estudio en cuestión fue desarrollado durante un largo período de cultivos transgénicos, tanto de soja como de maíz, específicamente en Estados Unidos. Se analizaron los datos de cinco mil profesionales que trabajaron sobre estas variedades entre 1998 y 2011.

Los catorce años de datos correspondientes a las explotaciones agrícolas convierten a este análisis en una presentación especial. En tanto, se nota el traspaso que tuvieron las granjas, del uso del pesticida y herbicida que antiguamente servía para promover los cultivos tradicionales.

Actualmente, el escenario gira en torno a los transgénicos, con el fin de combatir las enfermedades, las plagas de los insectos y las situaciones climáticas difíciles, tales como las olas de calor.

El uso del herbicida en los suelos de Estados Unidos

En la actualidad, existen varios ejemplos claros sobre cómo se aplican los productos químicos para potenciar ciertas plantas. En el caso del maíz, lo curioso es que los productores usan las semillas resistentes a los insectos utilizan un 11% menos de insecticidas que los agricultores que no utilizan maíz modificado genéticamente.

En tanto, estos mismos agricultores de maíz redujeron el uso de herbicidas un 1,3% durante el período estudiado.

En el cultivo de la soja, la situación es diferente. Los agricultores que hacen servir variedades transgénicas registraron un aumento global del 28% en el uso de herbicidas, respecto a los agricultores que siguieron plantando soja no transgénica.

Según explican los expertos en el tema, si bien hubo a nivel general una disminución en el uso de herbicidas, con el tiempo el escenario los obligó a usar productos químicos. En muchos de los casos, se trata de la única manera de hacerle frente a las malas hierbas que habían desarrollado resistencia al glifosato.

El uso de los herbicidas en el maíz no aumentó, dado que posiblemente su uso fue más lento.

La realidad indica que las malas hierbas están cada vez más resistentes, por lo que los trabajadores tienen la obligación de usar productos químicos adicionales, y más cantidad de ellos.

En esta línea, las autoridades norteamericanas le exigen a los agricultores mantener refugios en los que los insectos originales se mantengan con vida, de forma que es más difícil que prosperen las nuevas variedades de insectos resistentes. 

Acá es donde se desata un nuevo problema. Se dice que los transgénicos tienen un posible efecto directo en el medio ambiente. La gran cantidad de productos químicos puede dañar la naturaleza e incluso promover enfermedades en la población.

Los transgénicos como factor problemático en la salud

Los alimentos que no son cultivados de forma natural generan distintas consecuencias en algunos ámbitos, tales como en la salud. Hasta el momento se constató que provocan alergias, resistencia a los antibióticos y enfermedades por el consumo de tóxicos. 

El modelo de la agricultura industrial es el responsable mayor de los efectos ambientales, agrarios, económicos y sociales. Lo malo es que el cultivo de este tipo crece con el correr del tiempo, especialmente en Argentina y China. 

Si bien nadie murió por comer este tipo de alimentos, se notó en varios países una gran cantidad de personas con reacciones alérgicas y síntomas de toxicidad. 

Esto desencadenó una preocupación, a tal nivel que las máximas autoridades tomaron la decisión de investigar al respecto. El objetivo será aclarar si la biotecnología vegetal es sinónimo de un riesgo superior en la vida de los consumidores.

Además, se buscará comprobar que los productos alimenticios con ingredientes transgénicos son tan seguros como los convencionales. Esto indicará que su inclusión en el mercado actual no interferirá en la seguridad alimentaria.

por Federico Trucco

¿Quién es Federico Trucco? Federico Trucco, nacido en Rosario, Argentina, el 27 de mayo de 1977, es un destacado profesional con una sólida formación en bioquímica, malezoología y patología vegetal, así como en administración de empresas. Su trayectoria se ha centrado en la intersección entre la agricultura y la biotecnología, con más de 15 años de experiencia en el desarrollo de empresas innovadoras en este campo. Tras completar sus estudios universitarios en bioquímica en la Universidad Estatal de Louisiana, Federico continuó su formación con una maestría en malezoología y patología vegetal en la Universidad Estatal de Colorado, seguida de un doctorado en Ciencias de los Cultivos en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Durante su tiempo en Illinois, también adquirió conocimientos en administración de empresas. Su interés por la biotecnología aplicada a la agricultura se ha visto impulsado por su pasión por el avance tecnológico en el sector, así como por su compromiso con la innovación. Este interés lo llevó a unirse a Bioceres, una firma líder en la gestión de proyectos en el ámbito agro-biotecnológico. Desde entonces, ha desempeñado roles clave en la investigación y desarrollo de la empresa, así como en la creación y dirección del centro de biotecnología de Bioceres, conocido como INDEAR. En 2011, fue nombrado CEO de Bioceres, liderando el camino en la expansión y desarrollo de la empresa. Bajo su liderazgo, Bioceres se ha convertido en un referente en América Latina en el campo de la biotecnología agrícola, con una presencia destacada en la Bolsa de Valores de Nueva York. Federico ha sido reconocido por su contribución a la innovación empresarial, recibiendo premios como el Konex a la innovación empresarial y el premio EY Entrepreneur of the Year para Argentina. Además, ha ejercido como presidente de la Cámara Argentina de Biotecnología, demostrando su compromiso con el avance y desarrollo de este campo en su país.