Los expertos del INTA aseguraron que la diversificación de los sistemas productivos es clave para los pequeños y medianos productores de la región, quienes ven sus cultivos en peligro. Las miradas están puestas en combinar los factores agrícolas y ganaderos.
Los expertos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Alto Valle llevan más de 15 años investigando sobre la asociación de forestaciones de álamos y sauces con cultivos agrícolas y ganadería. Se espera que su implementación funcione como una alternativa productiva para los pequeños y medianos productores de la región.
En detalle, los sistemas agroforestales se presentan como una excelente opción dentro del sector, particularmente en un momento en el que disminuyó la superficie ocupada por montes frutales en los valles del norte de la Patagonia. En estos casos, los montes frutales estaban enfocados principalmente en la producción de manzanas y peras.
Ante este escenario, un equipo de profesionales de la Estación Experimental Agropecuaria (EEA) Alto Valle, ubicada en la provincia de Río Negro, lleva más de una década investigando la manera de implementar a estos sistemas con álamos y sauces en la región.
¿Qué son los sistemas agroforestales en México?
Los sistemas agroforestales buscan combinar las plantaciones forestales de álamos y sauces con cultivos agrícolas durante los primeros años, en un modelo conocido como agrosilvicultura, y con ganadería en las etapas posteriores del ciclo forestal, en lo que se denomina silvopastoreo.
Esteban Thomas, un experto en producción forestal del INTA Alto Valle, destacó que las pruebas y experiencias realizadas con productores proporcionaron datos fundamentales para recomendar estos modelos a quienes desean transformar y diversificar la producción en sus tierras.
Debido a la reducción de montes frutales en la región, parte de las hectáreas se destinaron a otros cultivos, como alfalfa, hortalizas, maíz, nogales, almendros y cerezos, mientras que otras áreas fueron desmontadas y quedaron sin nuevos cultivos.
La adopción de sistemas agroforestales facilita la diversificación agrícola, combinando la producción forestal (madera, postes y leña) con la producción forrajera (alfalfa, sorgo, avena, cebada y otras pasturas), cereales (maíz, sorgo y otros granos), hortícola y ganadera.
En las zonas donde ya no se encuentran montes frutales, el equipo del INTA Alto Valle sugirió como opción efectiva la implementación de los sistemas agroforestales. Estos integran la producción forestal con la agrícola, creando sistemas agrosilvícolas, o con la ganadería, en sistemas silvopastoriles.
Para los especialistas del sector, esta combinación permite diversificar las fuentes de ingreso en las explotaciones. En tanto, también contribuye a una mayor estabilidad del sistema productivo.
¿Cuáles son los modelos para implementar sistemas agroforestales?
En base a las investigaciones del INTA Alto Valle y la experiencia de los productores, se recomiendan modelos de sistemas agroforestales con álamos y sauces bajo riego que se adapten a diferentes objetivos productivos a lo largo del ciclo forestal.
Estos modelos proponen la implantación de forestaciones con distanciamientos amplios entre filas, de 8 a 12 metros, y entre plantas, de 4 a 6 metros, con una densidad baja de 150 a 350 árboles por hectárea. También se sugieren distanciamientos más estrechos, de 6 a 8 metros entre filas y de 3 a 4 metros entre plantas, con densidades intermedias de 350 a 650 árboles por hectárea.
Por su parte, el riego en los primeros años permite usar los espacios entre las filas de árboles. Así es como se puede producir fardos o rollos de alfalfa, granos o ensilado de maíz, rollos de sorgo u otras forrajeras anuales como centeno, cebada y avena, además de diferentes productos hortícolas.
Dependiendo de los cultivos asociados, es posible hacer dos cosechas anuales, como verdeos de invierno y de verano, o combinar verdeos de invierno con cultivos hortícolas de primavera verano.
En la etapa inicial, antes de que la luz sea limitante, se pueden sembrar pasturas perennes, solas o en combinación, con especies como pasto ovillo y tréboles, o verdeos invernales con avena, cebada y vicia para el pastoreo directo de los animales.
En los macizos con densidades intermedias de 350 a 650 árboles por hectárea, será necesario realizar un raleo para favorecer la entrada de luz y permitir la implantación de pasturas tolerantes a la sombra.
Respecto a la viabilidad técnica de los cultivos asociados y de la actividad ganadera en los distintos momentos del ciclo forestal, esta dependerá de la densidad de plantación inicial, la planificación de podas y raleos, y la capacidad de cada cultivo para tolerar la sombra.
¿Qué resultados arrojaron los ensayos de clones del INTA?
En primer lugar, cabe destacar que el equipo del INTA Alto Valle llevó a cabo ensayos para evaluar la adaptabilidad y el crecimiento de nuevos clones de álamos y sauces, lo que permitió identificar y recomendar aquellos que mejoran las características específicas de cada sitio donde se implementan sistemas agroforestales.
En los valles del norte de la Patagonia, estos árboles se usan tanto como cortinas rompevientos. De esta manera, se protegen cultivos diversos, como frutícolas, vitícolas, hortícolas y forrajeros, así como en forestaciones en macizo destinadas a la producción de madera y postes de alta calidad.
La madera que proviene de estos es valorada por la industria, especialmente para el aserrado y debobinado, y se utiliza principalmente en la fabricación de envases y embalajes para el transporte y comercialización de productos frutihortícolas. También se usa en la construcción para obtener vigas, tablas, tirantes y machimbres, y en menor medida, se destina a la industria celulósica, que aprovecha los rollizos de menor diámetro.