Los expertos en el sector incorporan las franjas florales como control biológico. De esta manera, garantizan la conservación de los cultivos con la reducción natural de los insectos y la reducción del uso de bioinsumos.
En la provincia de Entre Ríos, el establecimiento hortícola llamado La Marta -que inició su transición hacia la agroecología en 2011- optó por implementar el control biológico por conservación en sus cultivos. Lo cierto es que las franjas florales les permiten aprovechar la regulación natural de las plagas de insectos, reduciendo la necesidad de utilizar bioinsumos.
El control biológico por conservación busca proteger y aumentar las poblaciones de enemigos naturales de las plagas para optimizar su acción colectiva sobre los cultivos. Esta técnica consiste en plantar flores junto a las hortalizas para atraer insectos buenos que controlan las pestes de manera natural. De esta manera, reducen el uso de bioinsumos y favorecen la conservación del medio ambiente.
En esta línea, un grupo de investigadores del INTA Concordia, en Entre Ríos, está desarrollando este método en la finca hortícola que está ubicada en la Estación Yeruá, la cual se encuentra en transición agroecológica desde 2011. El proyecto, promovido por la entidad, se enfoca en incorporar recursos florales en los cultivos hortícolas como parte de una innovación colaborativa.
Beatriz Díaz -especialista del INTA a cargo del proyecto- explicó que en la primavera de 2022 se inició con la adición de un cultivo de servicio para mejorar el control biológico y la polinización en cucurbitáceas. Luego, en otoño de 2023, tras los primeros resultados, se diseñó una franja floral con diversas funciones, siendo la más importante el fortalecimiento de la regulación natural de plagas en los cultivos.
Al seleccionar las especies para la franja floral, se consideró su potencial comercial, dando un valor económico a esta técnica. Además, se tomó en cuenta su valor estético y el impacto emocional positivo en las personas que trabajan y viven en el lugar, eligiendo especies que les evocaban recuerdos familiares.
Los expertos procuran la incorporación de esta estrategia para sacar provecho del valor estético y comercial de las flores que cultivan. Esto permite vender ramos de hierbas aromáticas frescas y flores comestibles, por ejemplo.
¿Cómo funcionan las franjas florales en los cultivos de Argentina?
La franja floral del INTA fue instalada en un área de 50 metros cuadrados adyacente al exterior de un invernadero, con el fin de reducir la ocupación del espacio destinado a la producción. En su composición se incluyeron especies de cuatro familias botánicas, cada una con funciones específicas.
Los expertos indicaron que utilizaron plantas trampa para atraer y retener plagas, plantas repelentes que emiten sustancias químicas para disuadirlas, y plantas insectario, que ofrecen recursos alimentarios como polen y néctar a los enemigos naturales.
Las especies seleccionadas como repelentes incluyeron varias aromáticas como tomillo, orégano, albahaca perenne, salvia, curry, manzanilla, lavanda y tres tipos de menta. La caléndula se eligió principalmente como planta trampa, mientras que las plantas insectario consistieron en especies ornamentales como aliso, dos variedades de centaurea, orlaya y Glandularia Alba INTA.
Cada una de estas fue seleccionada por su floración escalonada. Así es como aseguraron alimento para los insectos benéficos desde el otoño hasta el verano.
Al inicio del invierno, estas plantas comenzaron a florecer, alcanzando su pico en septiembre y octubre, lo que garantizó la provisión de alimento y refugio para los enemigos naturales. Durante este periodo, se observó la presencia de insectos depredadores y parasitoides en las muestras de flores, lo que indica una interacción positiva entre las comunidades de plagas, los enemigos naturales y las plantas asociadas.
Dicha relación multitrófica impactó favorablemente en el control de las plagas en los cultivos de repollo cercanos, lo que permitió prescindir de tratamientos para las plagas y, por lo tanto, reducir los costos asociados al uso de bioinsumos.
Esta experiencia no solo resalta la importancia de la biodiversidad en la regulación natural de plagas, sino que también permitió establecer una nueva línea de comercialización a través de la venta de ramos de hierbas frescas (como tomillo, orégano, diversas variedades de menta, salvia, albahaca y romero) y flores comestibles como caléndula y centaureas.
Por su parte, Rosa Milera -productora y responsable de La Marta- comentó que no esperaban que la implementación y comercialización de las franjas florales tuviera tanto éxito, considerándolo una buena oportunidad para explorar, trabajar y aprender de un enfoque innovador.
La especialista del INTA concluyó que esta experiencia demuestra cómo la conservación y la producción pueden abordarse de manera integral, creando sinergias entre el valor de los recursos naturales, los servicios que proporciona la biodiversidad y la diversificación de productos cosechados de forma sostenible, fortaleciendo así la contribución de la agricultura familiar a los mercados locales.