El INTA y la Aapresid remarcaron la importancia de los cultivos de servicio, los cuales promueven la recuperación de los suelos salinos. Se destacó una estrategia de manejo fino que potencia su conservación.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) se unieron para determinar cuál es la mejor estrategia para cuidar los suelos salinos. En esta línea, dieron a conocer la clave de un manejo fino en los cultivos.
En detalle, en el oeste de la provincia de Buenos Aires y el este de La Pampa, una chacra de Aapresid y el INTA generó datos valiosos que aportaron ideas para un manejo más preciso en el sector. Esto resulta fundamental para entender con mayor precisión el tratamiento de los campos con alto riesgo hídrico y salino.
Para empezar, los expertos indicaron que el manejo de estos cultivos, como aquellos que se ubican en la pampa arenosa, demanda tiempo, planificación y un enfoque integral del paisaje que priorice la conservación de la cobertura vegetal del suelo.
Desde 2020, la Chacra América –cuyo sistema se lleva a cabo a partir de una colaboración con productores, empresas, expertos del INTA y la Universidad Nacional de La Pampa- estuvo trabajando para contrarrestar la pérdida de tierras productivas causada por inundaciones anteriores y mejorar la capacidad de los suelos en la región.
La experiencia local demostró que intensificar las rotaciones con cultivos de servicios bajo siembra directa es fundamental para reducir la salinización y bajar el nivel freático. Es decir, la distancia desde la superficie del suelo hasta donde se ubica el agua subterránea.
En julio de este año, la Chacra organizó un taller en los establecimientos Santa Elena y San Pablo, en General Pico, donde se visitaron áreas que pasaron a la fase de implantación de cultivos de servicios bajo.
Tras un período de clausura para regenerar la cobertura con especies nativas, el objetivo estuvo puesto en rehabilitar, poner en producción y gestionar estos ambientes que –en muchas ocasiones- son complejos.
¿En qué situación se encuentran los suelos salinos en Argentina?
En el establecimiento Santa Elena, las inundaciones de 2017 redujeron drásticamente la superficie productiva de 1.300 a solo 400 hectáreas. La localidad de San Pablo, con 1.500 hectáreas, también enfrentó serios problemas de salinidad.
Durante una visita a estos campos, los especialistas del INTA y Aapresid hicieron un diagnóstico detallado del estado actual de los suelos. Esto lo hicieron mediante calicatas, una técnica clave para evaluar sus condiciones físico- químicas y limitaciones.
En San Pablo, se encontró que el nivel freático está más cerca de la superficie, entre 20 y 30 centímetros, en comparación con Santa Elena, donde se ubica entre 50 y 60. Esta diferencia no se debe a la textura del suelo, sino a la composición de las sales en el agua subterránea.
En Santa Elena, las sales poco solubles presentes en la napa se han acumulado en la superficie, formando una capa dura que impide el ascenso del agua y el crecimiento de las raíces.
Un aspecto importante que se destacó durante la visita fue la importancia de monitorear, además de los niveles freáticos, la conductividad eléctrica y el pH del agua subterránea, así como su composición en sales, ya que diferentes tipos de sales pueden tener efectos variados en el suelo y los cultivos.
¿Cuáles son los mejores cultivos de servicios?
En la actualidad, existen cultivos de servicio que se adaptan a cada ambiente, lo que los hace sumamente atractivos para los diferentes territorios del país. Cada uno de estos se ajusta a las necesidades de cada suelo en particular.
Durante la visita a Santa Elena, se observaron parcelas con cultivos como Vicia sativa, melilotus, tricepiro y triticale, sembrados a mediados de abril, que lograron una excelente cobertura del suelo. En la actualidad, el campo cuenta con 1.200 hectáreas productivas, y se espera incorporar girasol y sorgo a la rotación.
El girasol, que consume agua rápidamente y se cosecha temprano, contribuye a bajar el nivel freático y permite la siembra temprana de cultivos de servicio. Por su parte, el sorgo puede ser utilizado tanto para cosecha como para pastoreo, lo que facilita la siembra de cultivos de servicio en el momento adecuado.
En San Pablo, tras varios intentos fallidos con trigo y soja de segunda en áreas bajas, se decidió dejar crecer las malezas hasta que predominara la rama negra, lo cual indicaba una disminución del riesgo hídrico y de la conductividad eléctrica del suelo. Posteriormente, se optó por sembrar cultivos de servicio tolerantes a la salinidad.
En tanto, se destacó la importancia de la fertilización para complementar la implantación de forrajes y cultivos de servicio, así como la necesidad de un manejo adecuado de nutrientes.
Si bien la experiencia planteó nuevos interrogantes, quedó claro que la recuperación de suelos salinos es un proceso desafiante pero posible con las estrategias y el seguimiento ambiental adecuados.
En conclusión, los casos de Santa Elena y San Pablo destacaron la importancia de la planificación, la paciencia y la aplicación de prácticas que promuevan una cobertura viva permanente. Dichos esfuerzos no solo restauran la capacidad productiva de los suelos, sino que también contribuyen a la sostenibilidad a largo plazo de la producción agrícola en la región.