Desde el INTA remarcan la importancia de los factores naturales que son esenciales para la productividad del agro. Hay uno de ellos que se encuentra en situación de escasez a nivel global, lo cual pone en peligro al sistema alimentario.
El agua es un recurso natural de gran importancia, dada la vitalidad que garantiza en un sinfín de ecosistemas. En esta línea, la productividad del agro se ve en alerta dado que depende hasta en un 80% de la existencia del agua.
Se trata de un recurso natural renovable, escaso e indispensable para el desarrollo de varios de los sectores, por ejemplo, el agrícola. Ante este escenario, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) remarca la importancia de implementar una gestión eficiente para aumentar la productividad.
En detalle, solo el 3% del total del agua que hay en el planeta es dulce. Un tercio representa agua superficial y está disponible en ríos, lagos y lagunas. Por este motivo, es sumamente preciado en el mundo.
Las investigaciones arrojan que el 80% del agua dulce que se destina al desarrollo de la agricultura. Este conjunto de actividades consume en gran medida, seguida por el industrial y el doméstico. De esto surge la importancia de racionar su uso.
Los expertos del INTA resaltan, ante este escenario, la importancia de gestionar de forma efectiva el agua. De esta manera, se puede aumentar el rendimiento y la productividad de los sistemas.
Se sugiere implementar una serie de estrategias y pautas para manejar el agua en escenarios contrastantes. Esta es la única manera de sobrellevar la actividad de forma completa, mitigando los efectos del cambio climático y la contaminación.
Fernando Salvagiotti, referente en manejo de sistemas y ecofisiología de cultivos del INTA, asegura que el agua es el eje central de la producción, tanto a nivel nacional como internacional.
Para Salvagiotti es de suma importancia que se implemente una mejora en la gestión del agua, lo cual permite un manejo acorde a las nuevas demandas. En tanto, la mayor parte de la producción de los cultivos extensivos en la Argentina es en secano. Esto supone un desafío extra a la situación.
El integrante del INTA agrega que el manejo de dicho recurso natural es el factor principal limitante de toda producción agropecuaria. Sin su presencia o sin una cantidad acorde no es posible trabajar de forma completa.
Una de las maneras de proteger este recurso es mejorar la capacidad de captación y almacenaje en los suelos, así como también la revisión de prácticas de manejo de los cultivos. En esta última se deben tener en cuenta rotaciones, fechas y densidades de siembra.
Al mismo tiempo, en caso de querer incrementar la eficiencia en el uso de agua global, la clave radica en chequear las coberturas y la fertilización. Así es como los productores podrán sacarle provecho al máximo a las cosechas.
Según Fernando Salvagiotti, entre el 50 y el 75% de las precipitaciones anuales se evaporan sin ser utilizadas en procesos productivos, lo que evidencia una baja eficiencia en el uso del agua.
Álvarez remarca la importancia de entender que el agua no actúa de manera aislada, sino que está en relación con otros factores de producción. Además, su eficiencia está vinculada con la gestión del suelo y los cultivos, herramientas esenciales para mejorar la productividad y el comercio de granos, carnes, leche, entre otros.
La estrategia efectiva del INTA para cuidar al agua en los cultivos
En primer lugar, los expertos dejan en claro que la aplicación de una estrategia efectiva permite reducir el impacto negativo de la falta de cobertura durante el invierno. Así es como se aumentar su captación y se mejora su distribución en el perfil del suelo, incluso en áreas con alto estrés hídrico.
Según explican, el hecho de mantener el suelo cubierto con cultivos es una estrategia clave para mejorar la capacidad de captación y recolección de agua, especialmente en regiones con pendientes.
¿Por qué es importante el agua dulce en la producción agrícola?
En primer lugar, cabe destacar que el agua disponible para los cultivos proviene de las precipitaciones y de las características del suelo que determinan su capacidad para retener agua.
Las prácticas de manejo a escala de sistema, como el sistema de labranza, influyen en la captación. Por este motivo, es crucial saber cuál es el cultivo antecesor al momento de sembrar.
También es importante conocer la profundidad efectiva de las raíces de los cultivos, ya que esto determina su capacidad para captar el recurso natural. Dicha profundidad depende tanto del tipo de cultivo como de las barreras físicas de la tierra.
En tanto, otro de los factores de gran influencia en su disponibilidad son las napas freáticas, cuya profundidad varía según la región. Cuando se encuentran entre 50 y 150 centímetros, tienen un efecto positivo en la producción.
En esta línea, el INTA explica que a través del análisis de la profundidad de las napas es posible organizar algunas secuencias de cultivos según el ambiente. Se incluye el análisis de genotipo, ambiente y manejo.
En el caso del Instituto, después de más de 30 años de monitoreo constante del agua en cada una de las etapas de siembra, floración y cosecha de los cultivos, se puede identificar las herramientas y estrategias más eficientes.
En caso de querer mejorar la productividad, es fundamental considerar la siembra directa, las estrategias de fechas y densidad de siembra, el uso de coberturas y la nutrición de los cultivos.
Además, es esencial caracterizar los diferentes ambientes productivos asociados al tipo de suelo y las características de la napa, y utilizar estos tres niveles de análisis para una mejor agronomía de campo y cuidado de los recursos.