Dom. Dic 22nd, 2024

Los fosfitos pueden convertirse en una solución para el manejo de malezas dentro de la industria. Desde el INTA analizan la manera de no comprometer el rendimiento de las cosechas, al usar agroquímicos.

Un equipo de investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Balcarce está enfocado en estudiar y adaptar cultivos capaces de metabolizar fosfito, un compuesto inorgánico que podría ser una herramienta crucial en el manejo integrado de malezas cada vez más resistentes que compiten con los cultivos. 

Se trata de una estrategia que no solo busca reducir la aplicación de herbicidas, sino que también fomenta la independencia tecnológica en el desarrollo de semillas. En esta línea, se pretende promover el uso de la biotecnología para mejorar la sostenibilidad productiva y ambiental.

Las miradas, en este caso, están puestas en el fosfito, el cual se caracteriza por su mayor disponibilidad debido a un rango más amplio de solubilidad en diferentes pH y una menor interacción con las partículas del suelo en comparación con el fosfato.

Dichas particularidades duplican su potencial de uso, lo que significa una mayor eficiencia en el aprovechamiento de un fertilizante cuya disponibilidad es limitada. Básicamente trae beneficios a la hora de potenciar el desarrollo de los cultivos. 

Desde 2020, Sergio Feingold -coordinador del programa de Biotecnología del INTA y uno de los impulsores del proyecto- estuvo investigando alternativas biotecnológicas para el control de malezas.

Según indica Feingold, la estrategia del INTA radica en dotar a la cosecha de una capacidad competitiva diferencial, permitiéndole al trabajador usar el fósforo aplicado en una forma química que las malezas no pueden aprovechar y competir mejor.

Feingold señala que una de las principales limitaciones para el uso del fosfito como fertilizante es que no puede ser absorbido por las plantas y además es tóxico para ellas, aunque no para los seres humanos. 

Por este motivo, el desarrollo biotecnológico argentino se centró en la búsqueda e identificación de un gen bacteriano que oxida el fosfito a fosfato una vez absorbido por las plantas. 

La profesional detalló que la introducción de este gen en plantas permite desarrollar cultivos como tabaco, soja, maíz y algodón capaces de utilizar exclusivamente el fósforo en forma de fosfito, proporcionando así una ventaja en el aprovechamiento de este nutriente frente a las malezas.

Esta estrategia no solo facilita el control de plantas resistentes, sino que también reduce de forma gradual la aplicación de herbicidas. Además, contribuye a la sostenibilidad productiva mediante una mayor eficiencia en el uso del nutriente, lo que a su vez beneficia la mitigación de la erosión y la conservación de la biodiversidad del sistema.

Los resultados preliminares de dicho estudio indican que es posible usar esta tecnología para reducir la aplicación de herbicidas. En el caso del cultivo de soja en Balcarce, Feingold observa una disminución del uso de glufosinato del 2,5% (dosis recomendada) al 0,5%. 

Es importante resaltar que dicha reducción no afecta el rendimiento del cultivo de soja. En tanto, no se observan diferencias significativas en el control de vegetación competitiva con la aplicación de fosfito foliar post-emergencia.

Este enfoque promueve un mayor crecimiento inicial en comparación con la flora invasiva, que eventualmente verá disminuida su capacidad competitiva por falta de luz. Como el sistema se basa en aumentar la competencia, esta tecnología podría contribuir a estrategias de manejo de malezas emergentes que muestran resistencia a diferentes herbicidas.

A su vez, Feingold destacó otra característica beneficiosa. La aplicación foliar de fosfito en cultivos es conocida por estimular la resistencia sistémica de las plantas frente a patógenos y plagas, un aspecto que aún no se estudió en las transgénicas y que podría mejorar la salud de los cultivos y reducir aún más el uso de agroquímicos.

En este sentido, el coordinador del INTA subrayó la importancia de preservar la biodiversidad, tanto de insectos como de microbiomas asociados, dado que se busca permitir la coexistencia del cultivo y las malezas, complementándose con otros métodos de control para mantener la diversidad biológica.

El trabajo del INTA para mejorar los rendimientos de los cultivos

El organismo de investigación local indicó que el propósito del proyecto es verificar la efectividad de esta tecnología en los cultivos de soja, maíz y algodón en diversas regiones productivas del país, así como integrar el transgén en genotipos de alto rendimiento derivados de los programas de mejora del INTA. Las autoridades lo lograrán en colaboración con otros semilleros.

Este estudio fue iniciado originalmente por el doctor Luis Herrera Estrella, reconocido mundialmente por sus contribuciones a la introducción y expresión funcional de transgenes en plantas, y la doctora Damar Lopez Arredondo, ambos especialistas del Departamento de Ingeniería Genética de Plantas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) de México.

A través de un acuerdo de investigación y transferencia, el INTA está completando el segundo año de ensayos de campo con soja en Balcarce, maíz en Pergamino, y algodón en Sáenz Peña (Chaco) y Reconquista (Santa Fe). Cada uno de estos se realizan conforme a la normativa establecida por la Secretaría de Bioeconomía, con el asesoramiento de la Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia).

Este trabajo, que adopta un enfoque multidisciplinario, cuenta con la participación de profesionales y técnicos de los Programas de Cereales y Oleaginosas, Cultivos Industriales, Protección Vegetal, Recursos Naturales, Ecofisiología y Agroecosistemas, así como del Programa de Biotecnología. Además, recibe el respaldo de INTEA SA y de la Asociación Cooperadora de la Estación Experimental Agropecuaria Balcarce del INTA.

por Federico Trucco

¿Quién es Federico Trucco? Federico Trucco, nacido en Rosario, Argentina, el 27 de mayo de 1977, es un destacado profesional con una sólida formación en bioquímica, malezoología y patología vegetal, así como en administración de empresas. Su trayectoria se ha centrado en la intersección entre la agricultura y la biotecnología, con más de 15 años de experiencia en el desarrollo de empresas innovadoras en este campo. Tras completar sus estudios universitarios en bioquímica en la Universidad Estatal de Louisiana, Federico continuó su formación con una maestría en malezoología y patología vegetal en la Universidad Estatal de Colorado, seguida de un doctorado en Ciencias de los Cultivos en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Durante su tiempo en Illinois, también adquirió conocimientos en administración de empresas. Su interés por la biotecnología aplicada a la agricultura se ha visto impulsado por su pasión por el avance tecnológico en el sector, así como por su compromiso con la innovación. Este interés lo llevó a unirse a Bioceres, una firma líder en la gestión de proyectos en el ámbito agro-biotecnológico. Desde entonces, ha desempeñado roles clave en la investigación y desarrollo de la empresa, así como en la creación y dirección del centro de biotecnología de Bioceres, conocido como INDEAR. En 2011, fue nombrado CEO de Bioceres, liderando el camino en la expansión y desarrollo de la empresa. Bajo su liderazgo, Bioceres se ha convertido en un referente en América Latina en el campo de la biotecnología agrícola, con una presencia destacada en la Bolsa de Valores de Nueva York. Federico ha sido reconocido por su contribución a la innovación empresarial, recibiendo premios como el Konex a la innovación empresarial y el premio EY Entrepreneur of the Year para Argentina. Además, ha ejercido como presidente de la Cámara Argentina de Biotecnología, demostrando su compromiso con el avance y desarrollo de este campo en su país.