La industria de los alimentos ve con buenos ojos el negocio en África. Los líderes pretenden llegar al continente para desarrollar la tecnología de los transgénicos.
La población mundial cada vez toma más conciencia sobre los cultivos transgénicos, teniendo en cuenta las desventajas que se producen a largo plazo. En esta línea, los gobiernos también modifican su postura ante su desarrollo.
Sin embargo, las grandes empresas de tecnología mantienen el objetivo de potenciar el rendimiento del sembrado y mejorar las propiedades de los comestibles, incluyendo comidas y bebidas.
Pese al desarrollo de las regulaciones gubernamentales y el accionar de las organizaciones ecologistas, los productores se esfuerzan para expandir la metodología de los alimentos transgénicos. Esto les permite obtener más ganancias económicas.
En el caso de Europa, el Gobierno francés reconoció que el cultivo de semilla de maíz transgénica supone un grave riesgo para el medio ambiente y para la salud de las personas.
Algo diferente ocurre en África, donde la modificación de genes gana terreno poco a poco.
África como próximo destino de los transgénicos
En la actualidad, la industria se concentra en Estados Unidos, Brasil y Argentina. Esto no parece ser suficiente para los grandes líderes del sector, por lo que tomaron la decisión de expandirse a nuevos mercados.
En esta línea, el territorio africano se presenta como una excelente opción para cultivar transgénicos y obtener un mayor rendimiento del suelo. Así es como podrán entonces contribuir a una mayor elaboración de alimentos y satisfacer las demandas mundiales.
Hoy en día, hay tres sitios en África que llevan a cabo esta metodología de producción. Se trata de Sudáfrica, Burkina Faso y Sudán, donde se concentra el objetivo de promover la seguridad alimentaria.
La cosecha en estos lugares cuenta con una mayor cantidad de vitaminas y minerales, al mismo tiempo que no necesitan de los pesticidas para combatir la invasión de plagas. En otras palabras, se trata de una agricultura más sostenible que la convencional.
Sin embargo, cabe destacar que en Kenia hubo una reciente prohibición que modificó el panorama empresarial. Esto significa que a la tecnología de la modificación en los genes aún le quedan muchos países en los que expandirse. Y precisamente en ello se encuentran.
La postura de Kenia ante el cultivo de los transgénicos
Un grupo de agricultores se reveló en Kenia, marcando un antes y un después en la historia del país. Más de siete millones de personas alzaron la voz para dar a conocer la peligrosidad de este tipo de cultivos.
Cabe destacar que las autoridades habían levantado la prohibición de importar y distribuir semillas modificadas genéticamente, bajo el objetivo de combatir la escasez de alimentos.
En detalle, las autoridades acabaron con una norma que estuvo vigente durante diez años. Con el pretexto de hacerle frente a la sequía, se decidió darle una respuesta temprana a la crisis climática.
Los pequeños agricultores consideraron este cambio como una amenaza para el modo de vida de los habitantes. Lejos estuvo para ellos de tratarse de una solución para acabar con el hambre.
La realidad es que una de las grandes amenazas para el continente africano es la expansión de las semillas artificiales. Esto supone un problema, al tener en cuenta que la gran mayoría de los habitantes dependen de forma directa de la naturaleza para obtener alimentos.
En otras palabras, la introducción de los transgénicos lejos está de acabar con el hambre que afronta el país. Al generar una mayor dependencia de este recurso, no hace más que empeorar la situación.
El pedido global para terminar con el uso de transgénicos
Los defensores del medio ambiente insisten en crear un modelo agricultor más sostenible y respetuoso con la naturaleza. La prioridad deben ser los recursos no renovables, como es el caso de los fertilizantes y los combustibles fósiles.
Los expertos aseguran que la agricultura campesina tiene mejores rendimientos que las técnicas industriales, dado que su comportamiento con el ecosistema es más amigable y llevadero. Esta misma pone sobre el hombro la soberanía alimentaria de muchos pueblos.
Actualmente se destina una gran inversión para investigar sobre los efectos que podrían producirse a largo plazo, en caso de desarrollar cultivos transgénicos. Las miradas están puestas sobre el accionar de las multinacionales, quienes controlan la alimentación del mundo.
Varios estudios científicos y universitarios se están llevando a cabo, particularmente en África, para encontrar los beneficios y las desventajas de la tecnología transgénica.
A su vez, se busca ayudar a millones de campesinos africanos a escapar de la pobreza y el hambre mediante las políticas públicas.
Con una regulación por parte del Gobierno, se podría mejorar la productividad y el rendimiento agrícola. Hasta entonces, la situación del campesinado africano no mejorará únicamente por la distribución de semillas transgénicas, fertilizantes y pesticidas.